A lo largo de los años, cuando crecemos, nuestras preguntas pasan de ser ''científicas'': ''¿por qué esa medicina te cura el dolor papá?'' etc, a preguntas más sustanciales: ''¿qué es la felicidad?''
La diferencia clave de estos dos tipos de preguntas es que para las científicas, si hay respuestas concretas: '' por las sustancias que contienen que hacen que etc..'' y para las sustanciales, la respuesta es relativa. Es decir, no está escrito cual es el ideal de felicidad, no a todo el mundo le agradan las mismas cosas, por lo cual, la felicidad es ''algo'' subjetivo, que depende de la persona. Por consecuente, esto quiere decir que aquí nosotros mismos tenemos que buscar esas respuestas a nuestras preguntas: ''¿quién soy?, ¿qué es la vida?, ¿por qué sufrimos las personas?'' Nos adentramos en una búsqueda de nosotros mismos, interiorizamos en nuestra persona e intentamos buscarle un sentido propio que nos haga sentir que vale la pena vivir.
Pero la cuestión clave aquí es: ¿necesitamos a Dios para darle ese sentido?
Las distintas religiones te dan la respuesta a partir de un ser superior al que llamar Dios
Pero independientemente el humanismo te puede dar la respuesta mediante la sola razón humana, y las ciencias ocultas mediante la existencia de una fuerza o energía universal.
Entonces, si la vida es larga, ¿qué tal si te pones en marcha y pruebas distintas cosas, emociones, sentimientos, buscas por tu cuenta un sentido antes de llevar una vida vacía sin falta de ideales? Quién sabe, dicen que el que busca, encuentra.